jueves, 20 de diciembre de 2018

miércoles, 11 de febrero de 2015

Queridos alumnos de 2º  Bachillerato, realizad esta práctica para el próximo día.


lunes, 19 de enero de 2015

LA REVOLUCIÓN VERDE, CARIDAD O IMPERIALISMO.
La selección de semillas comenzó hace miles de años, selección para obtener un crecimiento más rápido, semillas más grandes o frutos con mayor sabor.
A  Mendel, el padre de la genética, lo podemos considerar un fitomejorador. Sus conocimientos fueron aplicados a las técnicas de autopolinización y a la polinización de las plantas, mejorando las especies, mediante la selección genética.
Sin embargo, lo que hoy conocemos como Revolución Verde (Aplicación de la Ingeniería genética en la agricultura y en la ganadería) será impulsada por Norman Borlaug desde la fundación Rockefeller (Años 1940-1970). La esencia de la Revolución Verde son las variedades de altos rendimientos, las semillas VAR, para N. Borlaug era una forma de aumentar la producción, permitiendo a los países del Tercer Mundo alcanzar la autosuficiencia en la producción agrícola.
El primer país que utiliza en sus explotaciones semillas VAR es México, semillas de trigo que mostraron una adaptación a cualquier tipo de clima, altitud y época de siembra con unos resultados excepcionales. Todo ello abrió un futuro al abastecimiento mundial de alimentos y materias primas.
Entonces, ¿cuál es el problema real de los cultivos transgénicos?. Las investigaciones actuales son insuficientes y los datos que encontramos son muy contradictorios. Sin embargo, en líneas generales estas variedades de semillas a largo plazo necesitan mayor cantidad de fertilizantes y plaguicidas, lo que modifica considerablemente la flora y la fauna.
Las modificaciones genéticas, tanto en plantas como en animales, causan problemas en la salud: aumentan los tóxicos como el caulimovirus en los organismos, las alergias y nos hacen resistentes a los antibióticos.
No me considero una ecologista acérrima, pero si una persona preocupada por el medio ambiente y por el legado natural que dejaremos a nuestros hijos. Si usted visita las Web de Greenpeace, en ella aparece un listado de productos y marcas que utilizan alimentos transgénicos, observará que en su mayoría son productos consumidos por nuestros hijos y no por nosotros. ¡Y no tenemos claras las consecuencias de estos productos!
A todo ello hay que añadir que los productos transgénicos necesitan grandes capitales para su producción, inversión que no pueden realizar los pequeños productores de países subdesarrollados. Estos cultivos quedan en manos de multinacionales que actúan en E.E.U.U., América del Sur y China. Multinacionales que abogan por una globalización de la economía, generando un abuso del monocultivo y una pérdida de la biodiversidad.

Todo ello nos lleva a pensar si es positiva esa globalización económica no sólo desde el punto de vista medioambiental, sino también desde el punto de vista económico. ¿No supone una pérdida de soberanía económica, generando una nueva forma de imperialismo dirigido por las multinacionales?

martes, 17 de junio de 2014



 

El estado y la felicidad del ciudadano.
Podría parecer extraño que la política se tuviera que ocupar de la felicidad del individuo, pues la mayoría de las teorías señalan que el alcance de la felicidad está en uno mismo.
Para James y Stuart Mill la máxima Felicidad posible es la del mayor número de personas. La felicidad no depende solo de las actitudes del hombre, sino que depende también de condiciones y circunstancias objetivas, por ejemplo las decisiones políticas afectan a nuestro bienestar. Es por tanto un concepto que no solo pertenece al hombre en su singularidad, sino al hombre en cuanto miembro de una comunidad, de un mundo social.
La idea moderna de felicidad como derecho del individuo, surge en la Ilustración de la mano de filósofos como Voltaire y Rousseau, que afirmaban que felicidad no es un capricho del destino, ni un don divino, sino algo que todos deberíamos alcanzar en la tierra. "El ser humano tiene derecho a ser feliz y es misión del gobernante conseguirlo": Es tanta la importancia que se le da a este concepto que dos textos fundamentales, la Declaración de Independencia de Estados Unidos (1776) y la Declaración de los Derechos del Hombre (Francia, 1789), establecen el derecho a "la felicidad de todos".
El estado debe contribuir a nuestra felicidad, pero en qué y cómo. La felicidad respecto al estado debe estar constituida por los elementos idénticos que la felicidad individual, señalaba Aristóteles. ¿Pero qué constituye la felicidad individual? Revisando los distintos autores podríamos dividir el concepto de felicidad en dos corrientes, los que consideran la felicidad como la satisfacción de los placeres y aquellos que consideraban la felicidad como el logro de los placeres, la virtud y la sabiduría. Sin olvidar que para Kant y Hegel, la felicidad es un estado inalcanzable pues supone un ideal donde todo resulta conforme a nuestro deseo y voluntad.
Si tengo que quedarme con alguna definición de la felicidad escogería la de Aristóteles, “todo hombre para ser feliz debe poseer tres especies de bienes: externos, del cuerpo y del alma”. En esto debe contribuir el estado, en la satisfacción de nuestras necesidades (salud, trabajo, vivienda…). ¡Todo esto está muy bien!, tendríamos los bienes externos y del cuerpo y podríamos fácilmente llegar a un gobierno benefactor donde al individuo se le facilitará todo lo necesario. Sin embargo, olvidaríamos los bienes del alma, la adquisición del saber, la felicidad que llega con la perfección y la superación personal. Bienes que se consiguen con las trabas de la vida y la FORMACIÓN.
Sobra decir en qué debe contribuir el buen gobernante, pero cómo, pues como diría Spinoza dejando a un lado su estado natural y primitivo, en el cual se mira y se obedece sólo a uno mismo. Concretándose en el estado civil donde el individuo se preocupa de la comunidad y todo se realiza con consenso.
María José Sánchez Rey.